A veces surgen preguntas que resumiría…¿qué será de la vida de?…..surgen nombres….no me digas que Trino Mora ¿está vivo?……¿y Maritza Sayalero, es un ama de casa féliz?….¿Unai Amenabar?…Mari Carmen Sobrino ¿dónde está?….Irene Sáez sigue casada? …..Y…dime ¿qué sabes de Alba Roversi? Entonces he de hablar de Alba Roversi y hablar de Alba sin referirse a Ligia Elena no es hablar de Alba, tampoco sin referirse a Guillermo Dávila podríamos hablar de Alba Roversi.
Permanece en el disco duro de los venezolanos aquella magistral escena en la cual la menuda Ligia Elena (Alba Roversi) le hacía ascos a los ojos de un pescado frito cuando Nacho (Guillermo Dávila) le enseñaba a deglutirlos como si se tratara de un par de bombones con forma de corazón.
En qué andan
La telenovela los junta de nuevo “Yo sí me enamoré de Guillermo (Dávila)”, confiesa Alba Roversi, recordando sus años en la telenovela Ligia Elena de César Miguel Rondón. Más de dos décadas han pasado, Nacho fue la continuación de aquella historia de amor, y ahora la emblemática pareja está de vuelta como Maga y Macario en una de las tramas de Ciudad Bendita, de Leonardo Padrón.
“¿Pero cómo no enamorarse de Guillermo Dávila, el Musiquito? Lo que pasa es que cuando lo conocí a fondo dije: “mejor me arranco, me voy de aquí”, dice entre risas la actriz de 45 años. Guillermo Dávila, por su parte, confiesa que le escribió a su compañera aquella canción cuyo coro era: “Déjate amar como sólo lo puedo hacer yo¿”.
“Creo que se tardaron en ponernos como pareja de nuevo”, comenta Roversi. “Por eso ahora el regreso ha sido tan rico, la gente lo había esperado tanto y ese romance y ese recuerdo han vuelto a revivir”, agrega la actriz.
Guillermo Dávila trabajaba en una telenovela de Kiko Olivieri, cuyo productor era Tabaré Pérez, quien le propuso audicionar para el papel del joven músico. Alba Roversi venía de realizar su primer trabajo en televisión en María Fernanda, donde hacía pareja con Tony Rodríguez y cuyos protagonistas eran Flor Núñez y Daniel Lugo.
Los jóvenes se conocieron en el set de Ligia Elena. Dávila recuerda: “Yo la había visto en televisión y había dicho: Oye, está chévere la muchacha. Parecía un canario porque tenía las paticas flaquitas”. Ella lo recuerda a él como siempre: “Superdivertido, ameno, siempre fue y sigue siendo muy sabroso venir a trabajar con Guillermo, las grabaciones se convierten en una locura, él es muy desordenado”.
Dávila reconoce que las telenovelas que hizo junto con Roversi le sirvieron de plataforma en su carrera como cantautor. “Yo lo que traía era que afinaba y componía algunas canciones¿ pero esto fue como el cartel publicitario”, dice el artista.
Lo cierto es que el éxito tomó por sorpresa a aquellos dos jóvenes que, según reconocen, rompieron los esquemas de la telenovela tradicional. “Yo creo que ninguno de los dos tenía conciencia de ese atractivo que iba a tener una pareja tan veraz”, señala Dávila, mientras que su compañera añade: “Era romper un poco con el esquema tradicional de la telenovela rosa, fue la primera novela juvenil que se hizo en Venezuela, fresca, con full exteriores, era como más rebelde, vanguardista¿”.
Sobre la pareja protagónica de Ciudad Bendita, que tiende a repetir la fórmula de la joven enamorada de un músico, los actores coincidieron en alabar el trabajo de Marisa Román y Roque Valero, quienes, a su juicio, están rompiendo esquemas como lo hicieron ellos en su época.
Para la pareja, Ligia Elena y el Musiquito estarían juntos todavía, nunca divorciados como Maga y Macario. “Estuvieran casados y con nietos, ese era un amor demasiado bello”, asegura Roversi.
Al ser consultado, César Miguel Rondón comenta que los personajes tienen vida propia mientras se trabaja sobre ellos. “Esa fue una malandrada de Leo (Padrón). Tal vez ese era el final que les esperaba a Nacho y Ligia y Elena, no lo sé”.
Leonardo Padrón, por su parte, reconoce que efectivamente en el divorcio de la emblemática pareja hay un subtexto. “Se puede fabular, pero yo no lo urdí de esa manera”, dice.
Muchos recordarán que cuando Nacho rapta a Ligia Elena le enseña a la “cándida niña” a comerse los ojos del pescado frito, cómo pasar las espinas atragantadas con cambur, a jugar perinola¿ A la pregunta de si aún queda una espinita entre ambos, Guillermo Dávila responde: “Lo único que queda de pescado aquí son los ojos míos”.
Fuente:
Venevision.net